viernes, octubre 15

Lo que aprendí de Terry Jones

El amor al prójimo no conoce límites ideológicos ni confesionales
Martin Niemoeller


Hace unas semanas atrás Terry Jones dio un brinco a la popularidad cuando anunció la quema de ejemplares del Coran. Desde luego los cristianos vimos con mala cara aquello, sobre todo porque nos ponía en entredicho; -luego van a pensar que todos somos así de extremistas e intolerantes- y todos repudiamos al unisono aquella acción tonta y sin razón. 


Un ejemplo de cosmovisión errada.
Me gustaría decir que Jones es un caso aislado, una excepción de la regla o algo por el estilo, lamentablemente no es así. Quizá no siempre con la misma intensidad o cobertura de los medios, pero ocurre constantemente. Nos hemos convertido en pequeños Terry Jones, con un odio visceral por ciertos grupos y eso esta muy lejos de la idea de Dios cuando nos pidió amar al prójimo. 

Lo digo porque es parte de mi problema, porque yo lo vivo y lo siento. No soporto, por ejemplo, ver a los muchachos andar embutidos en esos pantaloncitos que tanto debate han generado sobre como le hacen para entrar allí. Me causa tristeza verlos comportarse como borregos, tiendo entonces a hablar mal a despotricar en contra de ellos y muy pocas veces, sino es nunca, he hecho algo por demostrarles que Dios les ama a pesar de aquel pantalón o aquella moda.

El discurso puede sonar simplista pero no lo es. El amaos los unos a los otros se ha tornado en juzgaos los unos a los otros, poned estándares los unos a los otros, sospechad los unos de los otros y así ad infinitum, no nos damos cuenta que con nuestras actitudes anti lo que sea nos convertimos en pequeños Terry Jones que quizá no quemamos el Coran, pero soltamos palabras incendiarias y quemamos, constantemente, con nuestros comentarios y nuestras criticas al prójimo que fuimos llamados a amar. 

Cuando escuché la noticia de Jones, sentí vergüenza, pero no por él, la sentí porque me vi reflejado en él en diferentes aspectos, porque es mucho más fácil odiar, que amar, ser radicales para rechazar que ser radicales para amar. Puedo estar equivocado, pero así lo siento y así lo pienso

1 comentario:

  1. Gracias por este comentario.

    Me hizo pensar que yo también me he vuelto igual.

    Al iniciar la vida cristiana hace 21 años (cuando tenía 18 años) le compartía el evangelio, hablaba, jugaba con amigos, compañeros, vecinos no creyentes, y ahora he cambiado mucho. Me he vuelto muy religioso.
    Y he olvidado que yo también estaba en el mundo, iba a bailes, andaba en la moda (no era muy extrema como la actual), escuchaba música con letra que no agradaba a Dios, etc. Sin embargo recuerdo que las muchas de las cosas que hacía (malas) para mí no eran malas, porque nadie me había dicho que eran malas, y a pesar de todo lo malo que hacía varias personas (hijos de Dios)se acercaron y me amaron a pesar de como era, me dijeron que Dios me amaba a pesar de como era. Me correjían con amor y paciencia cada vez que hacía algo que estaba mal y yo desconocía que era malo y aún cuando lo volvía a hacer lo malo me regañaban con amor. Recuerdo hermanos que me decían que oraban por mí y puedo asegurar que otros que yo desconozco también oraron por mí. Algunos ya no están, otros han fallecidos... Pero gracias al amor incondicional de Dios y al mismo amor incondicional de mis hermanos puedo hoy escribir estas letras y disfrutar de todas las cosas que Dios ofrece, las cuales ningún ser humano y especialmente algunos como yo no merecemos.

    Gracias y mil perdón.

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