"Tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro es fácil. Lo difícil es criar un hijo, regar un árbol y que alguien lea el libro." Anonimo
Quizá sea un poco tarde para reflexionar sobre el 2012, o quizás ahora que vamos trece días adelantados en el nuevo año, podemos ver con mayor equidad nuestros aciertos y fallos durante el año que paso. Es ahora cuando las metas que nos pusimos empiezan a consolidarse o resquebrajarse desvergonzadamente.
Como sea el 2012 estuvo lleno de momentos trascendentales para mí como el Summit de Global Voices, la oportunidad de viajar, de encontrar nuevos amigos en los libros y uno que otro entre los seres humanos. Aun así lo que estoy seguro nunca voy a olvidar de este año que acaba de pasar ocurrió precisamente en su último mes, mientras daba el canto del cisne y todos nos preparábamos para colgar nuevos calendarios en las paredes.
El primero de diciembre me enteré de que voy a ser papá y me cuesta escribirlo sin temblar un poco, sin preguntarme si en realidad tengo lo necesario para ser un buen papá. Creo que no existe nada más emocionante y nada más aterrador en la vida que pensar en formar un ser humano, verlo moverse por primera vez nos hace preguntarnos si en realidad podremos guiarlo a ser una persona de bien y en algún momento saber que nuestros esfuerzos honestos han dado los resultados esperados. Hannah y yo estamos en esa montaña rusa de felicidad y miedo a partes iguales pero ilusión y emoción son mejores palabras para describir esta espiral de emociones.
Es aterrador, es emocionante y en todas formas es indescriptible.
Ya planté un árbol (de hecho he plantado varios) al menos ya solo me falta escribir un libro…