lunes, diciembre 20

Vive la poesía

Salvador Medina en el Taller Literario
Para escribir hay que practicar y sin duda es sumamente importante escribir bastante. Sin embargo, es igual de importante vivir porque si no has aprendido a ver, sentir, y escuchar no tendrás nada que decir a la hora de escribir. Recordar eso me hace sentir mejor por que han pasado más de dos semanas desde que dije con una convicción monumental que iba a escribir con más regularidad. 

¡Qué ironía! Era mi sincera intención de escribir más pero, la vida me cayó encima. El final del bimestre, exámenes, calificaciones, etc. no escribí ni una sola palabra que no fuera un comentario en un examen. Me estaba sintiendo culpable por lo mismo hasta el sábado cuando logramos llegar (después de dos semanas de intentos fallidos) al taller literario con Salvador Medina

La verdad es que iba un poco apenada por faltar dos semanas (por lo de la lluvia, el tráfico en diciembre y el colapso de la vía en el puente) y por eso nos perdimos los talleres de Carlos Fong.  Me sentí muy decepcionada porque me interesaba muchísimo saber que iba a compartir con nosotros sobre el género del ensayo. 

También iba un poco aprehensiva porque sabía que se iba a hablar sobre la poesía y nunca he sentido que la poesía es mi género. Tenía miedo de que nos pusieran a escribir algún poema allí mismo, produciendo alguna vulgaridad de verso espontaneo. Yo disfruto de leer poesía, pero siempre creí que es atreverse a mucho decir que uno es poeta. Para mi grán sorpresa el último taller resultó ser uno de los que me ha dejado más inspirada a seguir escribiendo. 

Salvador empezó diciendo que él no cree en los talleres de poesía y terminó explicando que para empezar a soñar en la efímera posibilidad de escribir versos que tengan la dicha de que la poesía los habite lo más importante es vivir. Vivir y sentir la vida, estar presente a ella, y ser observante en todos los momentos desde los más cotidianos hasta los más exaltados. También nos dijo que para escribir poesía hay que leer más poesía de lo que se escribe. Leer los buenos que puedan enseñarte el arte de escribir para transcender. Así que me siento inspirada. Así que estoy escribiendo, leyendo, pero sobre todo viviendo.

20 de Diciembre 1989: Prohibido recordar (sin reflexionar)

Jamas hubo una guerra buena o una paz mala.
Benjamin Franklin

Tendría yo cinco años y muy poca idea de lo que estaba ocurriendo en el mundo. Ese año había entrado a la escuela y me encontraba perceptiblemente decepcionado porque ese templo del saber el cual debía darme las llaves de la lectura y la escritura se había limitado a darme unas cuantas tontas tareas de rellenar frutas con bolitas de papel crespón o hacer círculos infinitamente aburridos. De modo que no es mi culpa si por aquel entonces no entendí nada de lo que estaba ocurriendo, si mi mente, que ya empezaba a mostrar signos del lavado cerebral escolar, no pudo percibir la magnitud de los hechos que se desarrollaban en todo el país. 

La invasión de Estados Unidos a Panamá ocurrió hace veintiún años. Los recuerdos que tengo al respecto son confusos, recuerdo aviones volando bajo, recuerdo tanquetas y soldados desfilar frente a la casa, recuerdo bolsas de comida para soldados las cuales eran divertidísimas pues nunca se sabía que tendrían adentro y recuerdo también la captura del “hombre fuerte de Panamá” un pobre tipo cansado y ojeroso que de fuerte no tenía nada. Recuerdo la indignación de algunos nacionalistas y el júbilo de otros. 

La verdad mucho de lo que he entendido con respecto a la invasión ha sido en retrospectiva. Muy a mi pesar nunca fui un niño genio y los mecanismos de la invasión y las razones por las cuales se llevo a cabo escapaba completamente de mi mente donde todas las personas se dividían en malos y buenos. Hoy sigo sin ser genio pero he podido entender que la invasión a Panamá es uno de esos hechos demasiado complejos como para tomar una postura inamovible. 

Mi parte nacionalista brinca indignada ante la idea de justificar la invasión, pero mi parte práctica y realista debe admitir que la invasión o alguna otra cosa grande debía ocurrir para encarrilar nuestro desenfrenado país. Imposible justificar las miles de muertes, aun no hay una cifra exacta y probablemente nunca la habrá de cuantos civiles murieron, imposibles justificar el abuso de poder y la destrucción para capturar a un hombre. Sin embargo tampoco se pueden justificar las muertes causadas por la dictadura o el abuso de poder por parte de Noriega. 

Y es allí donde uno debe poner un alto y más que intentar decidir si lo que ocurrió fue bueno o malo, si debió o no ser, tomar notas de las lecciones, apuntar, señalar, recordar e intentar que no vuelva a suceder. Que el poder corrompe que debemos pensar y no solamente dejarnos llevar los jingles bonitos durante la campaña o las gorritas que se regalan. Recordar que la democracia que vivimos, a pesar de lo maltrecha y herida que esta, no es producto de la casualidad sino que fue pagada a precio de vida y sangres de miles de panameños, por eso, por ellos debemos recordar el 20 de diciembre, por eso, por ellos la hora de ejercer el voto debe ser a conciencia, por eso por ellos es que está prohibido olvidar. Por eso, por ellos más que una fecha para despotricar contra los Estados Unidos, contra Noriega o contra quien sea es una fecha para recordar con solemnidad e intentar por todos los medios que nunca más vuelva a pasar.

sábado, diciembre 4

Un día que no fue como lo habíamos planeado

Panamá City
(Flikr: Marc Serarols)

Hoy tuvimos un día extraño, casi nada fue como lo habíamos planeado. Es diciembre en Panamá y todo parece volverse loquito. El día empezó bien, soleado, bonito, limpiamos la casa un rato…cosa que a mí me pone muy contenta. De repente, empezaron a salir mal las cosas. 

Lo peor fue cuando descubrí el celular de Ariel en la lavadora, bien lavadito. Después, estábamos listos para salir a los Talleres Literarios, cuando no encontraba las copias que había hecho para el taller. Todo eso me puso de mal humor, había imprimido las páginas ayer porque en la casa no tenemos impresora ahora mismo, y no los traje a casa. 

Decidimos salir de todas maneras, esperando que llegáramos rápido a la terminal. Cuando salimos de la casa Ariel me empezó a recordar todas las cosas buenas de la vida y además estaba haciendo un día hermoso, el cielo azul y sin lluvia. Se me levantaron los ánimos y al llegar a la terminal nos dimos cuenta que tal vez al final no íbamos a poder llegar a los Talleres Literarios. De todas maneras, fuimos a imprimir los documentos otra vez y salimos en búsqueda de un taxi que nos llevara al Parque Omar. 

Encontrar un taxi que te lleve a cualquier lugar en Panamá es casi imposible. Si no vas a un lugar que quede cerquita los taxis no quieren ir. Y parece que más ahora en diciembre cuando todo se ha vuelto loquito en Panamá. Intentamos con cinco taxis distintos y como ya íbamos súper tarde, decidimos que tendríamos que regresar a casa, sin haber logrado nuestra meta de ir al taller que iba a dictar Carlos Fong. Me parecía que iba a ser muy bueno, pero tendrá que ser para la próxima. 

Después de regresar temprano a casa, hemos disfrutado de un sábado relajado. En Panamá las cosas están locas pero, nosotros estamos felices y disfrutando de la tranquilidad de un día que no fue como lo habíamos planeado. 

viernes, diciembre 3

Uno debe escribir lo que tiene que escribir

En estas últimas semanas he estado reflexionando en lo que hablamos en los últimos dos talleres literarios con Ariel Barría. En el primer taller él nos habló sobre Los problemas más comunes al escribir una novela y al inicio habló de las razones por las cuales uno pensaría en escribir una novela.  Nos dijo que uno viene marcado por ciertas experiencias y “uno debe escribir lo que tiene que escribir”. Tal vez eso es lo que me pasa ahora mismo. Estoy escribiendo porque algo me dice que tengo que hacerlo. 

En los dos talleres que nos dio Ariel Barría cubrimos mucho camino. Hablamos de errores gramaticales, las fallas más comunes en el uso del lenguaje literario, las fallas en la estructura de la novela y sus elementos como espacio, tiempo, personajes, y dialogo entre otros temas. Después de todo eso y mis fallidos intentos a escribir 50,000 palabras en un mes, a ratos he dudado de mi llamado a la escritura y me siento muy conciente de que mis compañeros o instructores del taller literario pasen por aquí para leer lo que estoy escribiendo.

Por eso he estado pensando en el tema de la escritura y qué papel ha de tener en mi vida. Me encanta escribir, y resulta que es casi una necesidad. Si paso mucho tiempo sin expresar mis ideas por escrito, empiezo a sentirme rara y no encuentro remedio hasta que me siento a escribir. Eso no me hace automáticamente en escritora, lo sé, pero sí demuestra una cierta inclinación a ese arte como mi medio de escape creativo. 

A veces quisiera que mi medio para el desahogo fuera la música o la pintura pues, la escritura tiene la tendencia a liberar y atrapar al mismo tiempo --aunque tal vez todas las expresiones artísticas tienen ese poder sobre las personas. (De todas maneras, estoy explorando mis posibilidades en el baile o la fotografía por si alguien me quiere dar clases, como posibles opciones alternas si la escritura me deja libre en algún momento.) Pero por ahora, atrapada como estoy, me vuelvo a comprometer (como tengo que hacer cada cuantas semanas) a escribir regularmente e intentar desarrollar este arte que a pocos les viene de forma instantánea.

Hoy es 33 de Noviembre del 2010

Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes. 
-Khalil Gibran

Ya debería haber pasado la lluvia. Un sol brillante pero no excesivamente caluroso debería iluminarnos desde el cielo y la fresca brisa proveniente del mar debería darnos el mejor clima que se puede disfrutar en Panamá, el de  Diciembre. Sin embargo para todos los efectos Diciembre aun no empieza y mantenemos este clima desagradable donde el sol no brilla (¿sera verdad aquello de que es aristocrático?) y la lluvia es la eterna compañera, mañana, tarde y noche. Con decir que hasta frío se puede sentir en Panamá y trocar los ventiladores por frazadas.

Yo no sé quien tiene la culpa. Unos dicen que el calentamiento global, sin embargo esa teoría nunca me ha convencido menos después de escuchar el discurso del señor Gore. Otros señalan que la culpa es del departamento de repartición de meses, probablemente se han contagiado de la corrupción y han vendido nuestro mes de diciembre a algún país con más riquezas o mejores ventajas para sus intereses, a cambio nos han dejado un noviembre extendido y húmedo. O simplemente se han contagiado de desidia y se les ha olvidado cambiar el mes, como sea esto de las lluvias no ha parado.

Ni siquiera es un tema que se presta al análisis o soporta una reflexión demasiado profunda pero es lo que tengo en la cabeza  y como cada cierto tiempo conviene purgarla de pensamientos inútiles, he aquí este post. 
Sigue lloviendo, ya veremos cuanto días tiene este noviembre.