domingo, febrero 22

La revolución del desencanto

Mientras leía un artículo publicado en El País acerca de la revolución iraní de 1979, titulado "De la revolución sólo queda el desencanto", pensé que tal vez Irán no sea tan diferente de El Salvador después de todo. Claro, las diferencias políticas, religiosas y culturales son abismales, pero no pude evitar comparar esa revolución que logró derrocar al Sha y establecer la República Islámica de Irán y lo que tal vez pudo haber pasado en El Salvador de haber triunfado la revolución que buscaba la instauración de un sistema capaz de acabar con las desigualdades económicas y sociales.

No se logró implementar el socialismo, pero la izquierda combatiente fue admitida dentro del espectro político del país, pudiendo técnicamente llegar al poder en elecciones libres. Muchas cosas cambiaron para bien desde los tiempos de dictaduras militares, pero las condiciones que llevaron a la guerra civil persisten: pobreza, marginación social, una injusta distribución de la riqueza... En Irán aparentemente es parecido: aunque la brecha entre ricos y pobres parece haberse reducido desde los tiempos del sha hasta hoy, y pese a ser el cuarto exportador de petróleo del mundo, la pobreza se mantiene. Y de repente se vino el desencanto.

Aprendimos a acostumbrarnos que estar así es parte de nuestro destino, y que no vale la pena pensar en luchar por nosotros y por los demás, porque de todas maneras el resultado es el mismo: volver al principio, quizás igual, quizá peor que antes. Hoy apenas nos conformamos con votar, y aunque nos desagrade de vez en cuando, tal vez el pagar impuestos nos hace sentirnos un poco más responsables de elegir a los que gobiernan.

Es irónico que toda revolución surgida en la historia ha apelado al espíritu y la necesidad de cohesión de la colectividad afectada, que alcancen la cúspide de la desesperación y decidan alzarse. La mayor parte de veces no ha funcionado, y cuando ha sucedido, ha sido por un tiempo breve. Demasiado breve. Se logra el cambio primordial -derrocar al rey o gobernante de turno-, y se acabó el asunto. Por desgracia vienen otros que, una vez en el poder, hacen todo tipo de desfalcos. Y lo que es peor, les dejamos hacer.

Así que la revolución que ha logrado esa "unidad" tan ansiada -en este caso más bien uniformidad- es la del desencanto. Somos muchos, demasiados, los que estamos de acuerdo, y vivimos así. Nos quejamos de la crisis, de la falta de dinero y empleo, mientras los partidos en el poder siguen haciendo de las suyas, y nosotros creyendo que nada más con votar vamos a cambiar las cosas. Votar es importantísimo, pero no es todo. Así como una golondrina no hace verano, construir una democracia va mucho más allá de tener elecciones libres.

lunes, febrero 16

Si la muerte pisa mi huerto...

El día estaba un poco más soleado de lo normal. El llanto de los familiares y el sol inclemente hacían de aquello una escena bastante tétrica. -Demasiado irreal- me dije a mi mismo. -o demasiado real- corregí al pensar que esto era la vida misma y no una tonta película.

Caminaba al lado de mi amigo y le abrazaba pues como era lógico debía tener el corazón en mil pedazos, su padre había muerto y le acompañábamos en su dolor. ( ¿en verdad?) Al empezar a descender la loma que nos llevaría hasta el lugar donde depositarían el ataúd, el ambiente empezó a llenarse de conversaciones triviales:

-Estas sandalias las conseguí en X y están a medio precio...
-¿Vamos a verla en el cine o esperamos el dvd?
-a Carlitos le va de lo más bien en la escuela...

-¡Que irreverentes!- quise reaccionar hipocritamente, pero pronto me dí cuenta que yo mismo tenía planeado con exactitud lo que haría al salir del entierro y lo que haría al día siguiente y hasta una semana después. "la muerte no puede detener a la vida" pensé. "La vida es una fuerza demasiado grande para que la muerte la detenga" Observé un momento a mi amigo que ahora se hallaba un poco más tranquilo y caminaba arrastrando los pasos y con los ojos fijos en el suelo. Para él su mundo estaba detenido, su vida estaba detenida, acababa de perder a su padre y cualquier palabra que pudiera decirle era inútil, la muerte había detenido su vida al menos por un tiempo.

Mi vista empezó a leer las diferentes lapidas y a hacer los consabidos cálculos matemáticos para saber la edad de los fallecidos. Veinte, ochenta, cincuenta años todos buenos padres o buenos hijos (al menos eso decía la lapida) reposando a tres metros bajo tierra. Imaginé entonces el día del entierro de cada uno de ellos, el llanto, la desesperación, el dolor, el "mundo detenido" y sin embargo estoy (casi) seguro que la vida también ha seguido para sus familiares, para sus amigos, para todos aquellos que lloraron su partida o vieron su mundo detenerse por su muerte.

Empecé las trilladas reflexiones sobre "la muerte como parte de la vida" y pensar insistentemente "él esta mejor". Me despedí de mi amigo con un abrazo y un "sabes que cuentas conmigo, cualquier cosa llámame" y me detuve en las cavilaciones de lo que sera algún día, pero todavía no es, en lo que ocurrirá el día que la muerte llegue hasta mi. Es cierto, yo tengo una esperanza mucho más grande y a pesar del respeto que le tengo, la muerte no me causa temor. Aun así la muerte siempre me pone a pensar y provoca en mi textos como este, sin sentido practico y sin moraleja, solo plasmando las confusiones de mi alma.

Ariel

jueves, febrero 12

Porque no es 'porque me da la gana'

Mi vida esta llena de cambios, lo irónico es que lo único que no cambia es que todo siempre esta cambiando. La semana pasada me mude a una nueva casa en Washington, DC. En el proceso de la mudanza, acomodandome, acostumbrándome a vivir con otras personas, también estoy empezando un nuevo trabajo y en realidad me tiene un poco cansada aunque es mentira si te digo que no estoy contenta. Estoy muy feliz empezando esta nueva aventura.

En medio de estos cambios he estado pensando en cuanto al “cambio” que ocurre en la vida de una persona cuando sienten el amor de otra persona y mas importante cuando sienten el amor de Dios. Hace dos semanas Joel escribió en cuanto a las causas del ateísmo y por una parte estoy de acuerdo que la razón que las personas no creen en Dios no es realmente que ven Cristianos hipócritas. Que muchos Cristianos no realmente reflejan el amor y la vida de Jesús, si --no hay que buscar mucho para darse cuenta de eso.

Pero en realidad no estoy de acuerdo con Joel en la manera que presentas la razón por la cual las personas son Cristianas o no lo son. Dices que es una decisión consiente o que es ignorancia. Pero, no se si eso es del todo cierto. Porque en realidad, aunque es cierto que hay muchas personas que saben mucho en cuanto a Dios y no deciden creer en el, y también hay personas que no saben mucho de El --Creo que hay que recordar que la fe misma es un regalo de Dios y además es un misterio aun para los que creemos. Como dice en
Efesios 3.4-6 “podrán darse cuenta de que comprendo el misterio de Cristo. Ese misterio, que en otras generaciones no se les dio a conocer a los seres humanos, ahora se les ha revelado por el Espíritu a los santos apóstoles y profetas de Dios.”
En un momento tiene que ser revelado a las personas.

Yo se que yo, por lo menos, no creo porque me da la gana. Es algo mucho mas profundo y algo que no puedo explicar exactamente. Aunque yo tenga explicaciones “logicas” y teologías, la verdad es que creo que la fe es un regalo de Dios y aunque eso no nos libera de la responsabilidad de hablar con nuestros amigos acerca de el --nos quita la libertad de condenar a las personas que aun no han creído. Porque, no creo que nosotros tengamos la capacidad de creer sencillamente “porque nos da la gana”. Es cierto que creer en Jesús es un cambio drástico para aquellos que antes no creían en el y puede que la incomodidad sea un obstáculo pero de todos modos sigo creyendo que este tampoco es el mayor obstáculo para la fe.

Estoy de acuerdo que las personas ponen su fe en Jesús porque Dios lo quiere. Como dice en
2 Corintios 3.5 “No es que nos consideremos competentes en nosotros mismos. Nuestra capacidad viene de Dios.”
El cambio que ocurre es un regalo de Dios. Que yo lo quiera es solo por la gracia de Dios. No creo que es posible ser Cristiano “porque te da la gana” creo que solamente es posible por un milagro y un regalo de Dios.
2 Corintios 5.18-19 “Todo esto proviene de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el ministerio de la reconciliación: esto es, que en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados y encargándonos a nosotros el mensaje de la reconciliación.”

viernes, febrero 6

Del amor y mis demonios...


Bueno, llegamos a febrero y no quería dejar pasar la oportunidad de tomar el tema cursi y cliché de la época. ¡Sí! ¡Quiero escribir sobre San Valentín, el Día del Amor y la Amistad, el Día del Cariño (o como se llame en tu país)! Esta fecha nos lleva inevitablemente a ponernos románticos, a suspirar y a pensar en las personas que queremos. Incluso aquellos que nos sentimos enojados por la comercialización de amor y el consumismo de la celebración, muy en el fondo sentimos el flechazo de cupido. También es el tiempo en el que muchos experimentan los sentimientos más profundos de soledad. Entonces se me ocurrió hacerle a Dios una pregunta: ¿Qué dices Tú sobre el amor?

Corro el riesgo de parecer redundante, de escribir de algo que todos ya saben, o de entrar en un tema que realmente no interesa. Sin embargo, siento la necesidad de abrir mi corazón. En cierto sentido, este artículo es mi catarsis. Quienes me conocen bien, saben que detrás de mi apariencia seria y fría, escondo un corazón muy tierno que ama mucho, se entrega al 100% y disfruta sentirse amado. En las últimas semanas, me he sentido confrontada con esta situación: ¿por qué tengo que ocultar lo que soy en realidad debajo de una máscara de indiferencia? ¿Por qué razón guardo todo el amor que tengo para dar a otros y lo raciono como si la crisis económica mundial incluyera el cariño?

A lo mejor para muchos la respuesta es fácil, sencilla y pensarán que me estoy ahogando en un vaso de agua. Para mí, en cambio, la crisis ha estado lejos de los mercados, la oferta, la demanda, la bolsa o la inflación. Mi crisis se encuentra en un corazón más inestable que Wallstreet. Amé, di todo, sufrí rechazo y al final perdí todo. Muchas veces. En diferentes épocas. Diversas situaciones. Padres que defraudan. Amistades que se van lejos. Conflictos amorosos. Seres queridos que mueren. Amigas que traicionan. Amigos que te olvidan. Pastores que abandonan. Iglesias que se desvían.

El corazón es fuerte y el Señor le ha dado la capacidad de renovarse, de volver a dar frutos, de volver a latir. Sin embargo, después del último golpe, yo decidí hacer lo mismo que Davy Jones en “Piratas del Caribe”. Me lo saqué del pecho, lo metí en un cofre y le puse llave. En algún punto de mi subconsciente llegué a la resolución de que Dios no me ama lo suficiente, así que tomé la decisión de encargarme del asunto por mi propia cuenta. Es fácil ser amable, tratar a las personas con cortesía y fingir el amor. Por muchos meses logré engañar a otros y engañarme a mí misma.

Hace pocas lunas, oré y le dije al Señor que estoy cansada de sufrir, que no deseo esperar más nada y que no creo que eso de entregarse a otros sea un buen negocio en absoluto. Le dije que tengo derecho a enojarme por las cosas que me hacen los otros y que ya no estoy dispuesta a aguantar más rechazos. Renuncio. Ese mismo día, Dios me respondió y mostró el espejo de Su Palabra. Sí, sí… es el pasaje “de siempre”… “¿no puedes usar otro?”… “sé más original, por favor”. Ya me critiqué a mí misma, así que todos pueden hacerlo con confianza. Ese día, “el mismo pasaje de siempre” me habló cosas diferentes:

Dios me decía: “Ah… conque no quieres sufrir… El amor es sufrido. Todo lo sufre. ¿No quieres esperar más? El amor todo lo espera. ¿No crees en entregarte a otros? El amor todo lo cree. ¿Tienes derecho a enojarte? El amor no se irrita, no guarda rencor. ¿No estás dispuesta a aguantar más? El amor todo lo soporta. ¿Renuncias? El amor nunca deja de ser. ¿Cuál es tu enfoque? El amor no busca lo suyo”.

Mientras caían lágrimas por mis mejillas, y Dios hablaba suavemente a mi corazón sobre el amor egoísta que yo demandaba, la persona que dirigía el estudio bíblico lo dijo: Nos han enseñado a tener un amor egoísta, que busca la auto satisfacción, cuya calidad se mide por lo que recibo, por lo bueno que es para MÍ. Pensé en mi canción romántica favorita de todos los tiempos. La letra dice así:

Quiero beber los besos de tu boca
como si fueran gotas de rocío,
y allá en el aire dibujar tu nombre junto con el mío.
Y en un acorde dulce de guitarra
pasear locuras en tus pensamientos,
y en el sutil abrazo de la noche sepas lo que siento.
Que estoy enamorado,
y tu amor me hace grande
que estoy enamorado, y que bien,
y que bien me hace amarte.
Dentro de ti quedarme en cautiverio
para sumarme al aire que respiras,
y en cada espacio unir mis ilusiones junto con tu vida.
Que si naufrago me quede en tu orilla,
de recuerdos sólo me alimente,
y que despierte del sueño profundo sólo para verte.


Qué lindo. Peeeeeero… ¡TODO SE ENFOCA EN MÍ! En ningún momento se hace referencia a lo que yo puedo llegar a ser para la persona amada. A mí me hace bien, entonces es bueno. Lo mismo nos pasó con Dios:

Levanto mis manos
Aunque no tenga fuerza
Levanto mis manos
Aunque tenga mil problemas
Cuando levanto mis manos
Comienzo a sentir una unción
Que me haces cantar
Cuando levanto mis manos comienzo a sentir
El fuego…
Cuando levanto mis manos
Las cargas se van nueva fuerzas Tu me das
Todo esto es posible
Todo esto es posible
Cuando levanto mis manos


¡DIOS ES LO MÁXIMO PORQUE ME HACE SENTIR BIEN! Ejemplos hay de sobra…

El Señor nos habla de un concepto totalmente diferente, pero nuestro egoísmo es más. Yo dudé del amor de Dios solamente porque no cumplía con mis expectativas egoístas. Dudé del amor de la gente a mi alrededor por la misma razón. Y no amé. Dejé de ser quien soy. Estaba tan preocupada por cuidar que nadie me hiera, que herí profundamente a otros que me aman sinceramente. Me pregunto cuántas veces Dios quiso usarme para consolar, hablar, exhortar o animar a otros, y yo no lo hice porque mi corazón estaba cerrado. ¡Cuántas almas heridas caminan por ahí sin llegar a ser lo que Dios quiere que sean! Es hora de cambiar nuestra mente sobre lo que es el amor. Jesús nos amó tanto que no esperó a que le amemos de vuelta y murió en la cruz incluso sabiendo que muchos lo rechazaríamos. Con tanto dolor hasta había olvidado eso, olvidé que mi versículo favorito es Romanos 5:8. Yo quiero seguir a Jesús, como decía Joel, porque me da la gana. Eso implca que debo amar como Él amó, y eso conlleva los azotes, los escupitajos, los insultos y la cruz.