lunes, febrero 16

Si la muerte pisa mi huerto...

El día estaba un poco más soleado de lo normal. El llanto de los familiares y el sol inclemente hacían de aquello una escena bastante tétrica. -Demasiado irreal- me dije a mi mismo. -o demasiado real- corregí al pensar que esto era la vida misma y no una tonta película.

Caminaba al lado de mi amigo y le abrazaba pues como era lógico debía tener el corazón en mil pedazos, su padre había muerto y le acompañábamos en su dolor. ( ¿en verdad?) Al empezar a descender la loma que nos llevaría hasta el lugar donde depositarían el ataúd, el ambiente empezó a llenarse de conversaciones triviales:

-Estas sandalias las conseguí en X y están a medio precio...
-¿Vamos a verla en el cine o esperamos el dvd?
-a Carlitos le va de lo más bien en la escuela...

-¡Que irreverentes!- quise reaccionar hipocritamente, pero pronto me dí cuenta que yo mismo tenía planeado con exactitud lo que haría al salir del entierro y lo que haría al día siguiente y hasta una semana después. "la muerte no puede detener a la vida" pensé. "La vida es una fuerza demasiado grande para que la muerte la detenga" Observé un momento a mi amigo que ahora se hallaba un poco más tranquilo y caminaba arrastrando los pasos y con los ojos fijos en el suelo. Para él su mundo estaba detenido, su vida estaba detenida, acababa de perder a su padre y cualquier palabra que pudiera decirle era inútil, la muerte había detenido su vida al menos por un tiempo.

Mi vista empezó a leer las diferentes lapidas y a hacer los consabidos cálculos matemáticos para saber la edad de los fallecidos. Veinte, ochenta, cincuenta años todos buenos padres o buenos hijos (al menos eso decía la lapida) reposando a tres metros bajo tierra. Imaginé entonces el día del entierro de cada uno de ellos, el llanto, la desesperación, el dolor, el "mundo detenido" y sin embargo estoy (casi) seguro que la vida también ha seguido para sus familiares, para sus amigos, para todos aquellos que lloraron su partida o vieron su mundo detenerse por su muerte.

Empecé las trilladas reflexiones sobre "la muerte como parte de la vida" y pensar insistentemente "él esta mejor". Me despedí de mi amigo con un abrazo y un "sabes que cuentas conmigo, cualquier cosa llámame" y me detuve en las cavilaciones de lo que sera algún día, pero todavía no es, en lo que ocurrirá el día que la muerte llegue hasta mi. Es cierto, yo tengo una esperanza mucho más grande y a pesar del respeto que le tengo, la muerte no me causa temor. Aun así la muerte siempre me pone a pensar y provoca en mi textos como este, sin sentido practico y sin moraleja, solo plasmando las confusiones de mi alma.

Ariel

3 comentarios:

  1. Pensando en la muerte? de cierta manera me sentí familiarizada con la "anécdota"... y aunque dices que no hay ninguna moraleja en esto, a veces el arte te hace sentir sin ninguna lógica, eh? A mí me gustó, Don Ariel =)

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  2. Muy interesante sin duda, Ariel. Creo que en general la vida y la muerte estan tan llenas de profundidad y de misterio que es imposible sacar una moraleja -mas bien muchas-. Pero quizas la mas importante es, mas que una leccion, accion: el acto de detenerse a pensar, a darse cuenta de lo transitorio de todo, de lo transitorios que somos nosotros mismos, y tal vez asi apreciemos mejor el regalo que tenemos con respirar y levantarnos cada dia.

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  3. Oye... que le dices a una amiga q tiene cancer terminal??? Como le consuelas??? Como le das esperanza???

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