martes, mayo 25

Absolutamente LOST


Ayer terminó Lost. Hace algunos meses conversando con Hannah al respecto de lo mucho que me gustaba esta serie le decía: -¡Debes verla! ¡Es buenísima! Ella me respondió con una mezcla de humor y seriedad: -¿Mejoraría mi calidad de vida?- Pregunta que me pareció graciosa y bastante fuera de lugar pues soy (era) un convencido de que no todo lo que hacemos necesariamente debe mejorar tu calidad de vida –Entiéndase calidad de vida en un sentido integro: espiritual, emocional, intelectual, etc. – Hay cosas que se hace simplemente por placer o por matar el tiempo (como si hubiera suficiente para estar asesinando el poco que tenemos) Si me volviera a repetir la pregunta hoy, tendría una respuesta para ella. –No-

Y es que pasaron seis años y ciento quince capítulos para quedar como el titulo de la serie: absolutamente perdido. Me refugié en la excusa de lo mucho que me fascinan las historias. Cortas, largas, de amor o de ficción, de suspenso o de miedo, las historias me encantan porque me cuentan algo, porque me transportan y me hacen ver la vida desde otras perspectivas. Sin embargo creo que no todas las historias valen la pena o al menos no todas merecen que se les dedique la misma cantidad de tiempo. De haber invertido todo aquel tiempo en la lectura de algunos buenos libros, seguramente ahora tendría muchísimas más historias y un mejor sabor de boca.

Y es que no voy a despotricar contra las series televisivas. Sería un hipócrita. Pero definitivamente puedo ascender dos, tres o hasta cuatro escalones más a los libros sobre estas historias estiradas y cambiadas con el transcurso de los años para subir ratings. Un libro es más genuino, más integro, más honesto, menos interesado.

Tampoco voy a ir soltando pestes contra la serie y sus creadores. Por momentos me hicieron admirarles genuinamente, envidiarles y preguntarme: ¿De dónde sacan tantas buenas ideas? ¿Aprendí algo? Aprendí muchísimas cosas, uno de los aspectos que me agradaba de la serie era sus constantes “Dilemas” morales, teológicos, filosóficos y la manera en que la serie te obligaba a pensar y ver las cosas desde otra óptica. Aprendí también que las mejores historias vienen en pequeños bultos de papel encerrado en dos tapas de cartón, donde el final, sea bueno o malo, lo podremos saber en un par de semanas o meses y no tener que esperar seis años para llevarnos un chasco.

La sensación me durara un tiempo. Sin embargo las conclusiones han sido buenas, he aprendido. Por ahora regreso a mis libros que una vez me han demostrado que no hay nada como ellos.

viernes, mayo 14

Apartehid religioso (la otra parte)


Tenemos bastante religión para odiarnos unos a otros, pero no la bastante para amarnos.
Jonathan Swift


Después de haber escrito aquello de Apartheid sexual, fueron diversas las opiniones que recibí, algunos estuvieron de acuerdo conmigo otros me dijeron: tienes razón pero…
Otros simplemente estuvieron en desacuerdo conmigo y algunos más me trataron de poco tolerante. Total; nada nuevo. No voy a entrar en aquel tema de nuevo, por lo menos no ahora, sin embargo me gustaría escribir sobre algo similar.

Vivimos en un mundo con libertad de culto. Lo cual la genial y siempre actualizada Wikipedia define como: es un derecho fundamental que se refiere a la opción de cada ser humano de elegir libremente su religión, de no elegir ninguna (irreligión), o de no creer o validar la existencia de un Dios (ateísmo y agnosticismo) y poder ejercer dicha creencia públicamente, sin ser víctima de opresión, discriminación o intento de cambiarla

En pocas y breves palabras puedo creer lo que sea y dejar de creer lo que quiera también. Lo cual más que válido es inclusive lógico pues no podemos forzar a nadie a cambiar de convicciones o creencias. Respetar las creencias de los demás suele ser un tema bastante delicado, pues algunas veces es difícil establecer límites de donde empiezan mis derechos y donde empiezan los de mi vecino.

Como cristianos tenemos extrañas maneras de reaccionar ante esta realidad. Somos en realidad una religión (nunca me ha gustado tratar el cristianismo como “una religión” pero habrá que admitir que nos comportamos de esa forma) poco tolerante e inclusive amenazadora. Señalamos a diestra y siniestra. A los borrachos, a los drogadictos, a los homosexuales y a los fornicarios, a los corruptos, los mentirosos e inclusive a los otros grupos religiosos.

No quiero ser mal interpretado. Creo en el cristianismo. Soy cristiano. Pero es ese mismo hecho, el de ser cristiano, el que me ha llevado a analizar la forma en la que hacemos las cosas y el por que de ellas. Creo que una cosa es señalar las cosas que están mal, llamar al pecado por su nombre y reaccionar con la justa indignación cuando las cosas se hacen de manera incorrecta.

Creo por otro lado que no hemos sabido cómo hacerlo a través de siglos y parecemos el personaje de la nariz respingona que mira a todos por debajo del hombro y se cree absolutamente mejor que todos. Y señalamos, demandamos e inclusive algunas veces ofendemos a nuestro prójimo en el afán desesperado de erradicar el pecado. Misión a la que por cierto no hemos sido llamados.

Además hemos desarrollado cierto delirio de persecución en el cual vemos una amenaza detrás de cada esquina. Y así en vez de aprovechar la libertad de culto, situación que habría encantado a los primeros cristianos, nos afanamos en encontrar complots, desprecios e intimidaciones donde no las hay. Desde las reacciones extremas a libros como Harry Potter o El código Da Vinci pasando por aquellas protestas donde se insulta y se manda al infierno a la humanidad.

No creo tampoco que debamos ser tontos y recibir con brazos abiertos cualquier corriente, sin embargo creo que es deber fundamental examinarlo todo y retener lo bueno. Que no podemos censurar basándonos en lo que dijo alguien más. Y no podemos ser hipócritas de señalar la paja en el ojo ajeno si ver nuestras propias vigas. No podemos censurar las conductas "inmorales" cuando nosotros mismos nos recreamos en ella en la televisión o en el internet.

No creo que nuestra función sea simplemente censurar sin usar el intelecto. Me suena más algo aquello de poner la otra mejilla, de caminar la milla extra y amar al prójimo. No me excluyo del problema, bien sé que soy parte de él, Tampoco tengo soluciones, tengo un par de ideas pero serían largas de escribir en este blog, solo tengo la certeza de que hay algo más y de que algunas cosas las estamos haciendo mal. Solo tenía esto rondando en la cabeza y debía desembocar en algún lugar.

martes, mayo 11

Aplicaciones reales de una película de Ficción.


Voy un poco atrasado. Han pasado ya varios meses desde el aclamado estreno de la película Avatar. Una película que cambió para siempre la manera de hacer películas, al menos eso dicen, a mi no me consta.

Ganó tres Oscares de la academia, premio poco fiable pero muy prestigioso, y ganó aplausos y
vítores por cada lugar que pasó. Leí inclusive de algunos locos, nunca falta uno, que se mataron deprimidos al ver un planeta tan hermoso como el que nos muestra la película. Cinco meses después por fin he podido ver la película. Debo admitir que quería verla desde que estrenó pero por diversas razones pospuse el momento.

Ayer empecé a verla con la intención de echarle un vistazo nada más. Craso error, me sentó y me dejó enganchado hasta que pude saber cual era el final de los Navis y su planeta Pandora. Con esto quiero decir que la trama es genial, el argumento entretenido y para aquellos que gustan de la ficción, fantasías descabelladas y un mensaje entre lineas es realmente una grand slam.

El mensaje es claro, y de hecho trillado pero no por eso menos real, el ser humano esta acabando con los recursos naturales sin ponerle freno a su ambición. Se extrae petroleo sin importar que se destruye y cuanto arruinamos de la naturaleza. El golfo de México tañe ahora mismo como advertencia de lo que ocurre cuando el hombre sólo piensa en el vil metálico.

La película también tiene claros y fuertes ribetes políticos. Los malos de la película son "marines" que invaden, bombardean, matan, queman bajo las ordenes de ambiciosos empresarios que quieren explotar los recursos del planeta. ¿Coincidencia con la realidad? Dudo mucho que se trate del algo fortuito. De hecho en tramos la película recuerda imágenes y vídeos que se han visto de Afganistan, Irak, etc.

Es fácil ver el tema desde esa perspectiva, echarle la culpa al poderoso que abusa. Llámese Estados Unidos, China, Unión Europea o Hugo Chavez. Es fácil señalar errores como los del Golfo de México (mea culpa) y mirar con desagrado a los ambiciosos empresarios que no descansaran hasta talar el último árbol para construir el último mall.

Sin embargo hay otra vuelta de tuerca en el tema. El de las pequeñas cosas, los pequeños actos. Los pequeños actos de despotismo y abuso de poder, esos que se practican en la casa, en la calle, en la escuela y que nunca ocupan primeras planas o son noticia a nivel mundial Están los pequeños actos de quemar basura, como y cuando no se debe, tirar el papel a la calle, (un papel más un papel menos) pequeños actos que realizamos todos y sumados resultan siendo la razón de que nuestro mundo esté como está.

Obviamente también están los pequeños actos positivos. Ceder mi lugar, dar la gracias al dependiente (sí, aunque sea su trabajo atenderme) sonreír, disculpar a aquel que por accidente se paro sobre mi pie, plantar un árbol, echar mi basura en su lugar, etc.

La película no es solo una denuncia contra el ejercito de U.S.A. y los empresarios inescrupulosos. Es una denuncia a nuestro propio egoísmo y orgullo, contra nuestra falta de escrúpulos y contra nuestra falta de consideración a nuestro prójimo. Por lo menos así lo entendí yo.

Ariel