Este año estoy trabajando como maestra/profesora de español en un colegio internacional. Ser maestra me obliga a reflexionar mucho en el propósito de mi trabajo y cómo lograr las metas que tengo para mis estudiantes. Hoy estuve leyendo una entrada en el blog Bienvenidos a la fiesta. En el blog, sita a G.K. Chesterton quien hablaba del proceso educativo y lo ridículo que son los extremos de pensar que enseñar es sólo extraer “las facultades adormecidas de cada persona” o sólo introducir la información que le parece importante a ese instructor en particular.
En realidad todos sabemos que hay cosas que se tienen que “introducir” el gusto por los idiomas o el amor “por las divisiones de muchas cifras”, por ejemplo. Pero, también sabemos que cada persona tiene fuerzas y destrezas con las que nacen, y es importante encontrarlas y utilizarlas a su mayor potencial. Uno pudiera discutir el tema pero creo que es cierto que “El único resultado de toda esa pomposa distinción entre el educador y el instructor consiste en que el educador saca lo que quiere y el instructor mete lo que quiere.”
Esto nos deja con una increíble responsabilidad con nuestros estudiantes. Porque se le hace “la misma violencia intelectual. . . a la que se da tirones y a la que se la empuja.” La expresión “violencia intelectual” suena rudo y tal vez a algunos no les guste pero, creo que hay algo de cierto en eso. Es parecido a la manera en que desarrollamos nuestros músculos, se “dañan” para hacerse más fuertes. "La educación es violenta porque es creadora. Es creadora porque es humana.” Entonces, para realmente vivir y crecer, hasta cierto punto hay que deshacer y crear algo nuevo. Hay que utilizar lo que ya se tiene para crear algo mejor en cada persona. Por eso, el maestro tiene la responsabilidad de siempre buscar la manera de extraer e introducir simultáneamente. ¡Vaya tarea!
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