Es interesante como muchas veces sentimos culpa por cosas que no nos corresponden y no tomamos responsabilidad de las cosas que verdaderamente tenemos la “culpa”. Estaba pensando en este sitio. Con Ariel comparto la “responsabilidad” de que sigamos escribiendo y compartiendo nuestras ideas y por eso siento algo de “culpa” por mi silencio en las últimas semanas. Pero, lo interesante de la culpa es que no sirve de nada si no se toma responsabilidad y algún tipo de acción para cambiar el comportamiento del cual uno es culpable.
De poco sirve decir, “lo siento” si en realidad no vas a dejar de hacer lo que ha causado un problema o ha lastimado a otra persona. En la vida cotidiana hay muchas cosas por las cuales sentimos culpa. Culpa por no hacer ejercicio, por no llamar a un amigo enfermo, por no tener la casa en orden, no sé, me imagino que para cada persona la lista es distinta pero sentimos culpa por algo. Pero, ¿qué es esa culpa? Es la señal, obviamente, que sabemos que las cosas pudieran y deberían ser de otra manera. Quedarnos estancados en la culpa nos roba esperanza.
Hay algunas cosas de las cuales sentimos culpables de los cuales en realidad no tenemos la culpa. Creo que es una señal de una relación abusiva cuando alguien nos hace sentir culpable por algo que en realidad es la responsabilidad de otro o que por lo menos nosotros no tuvimos nada que ver. Lastimosamente, las personas que nos pueden hacer sentir así son las personas que tenemos más cercanos. La culpa hay que examinarla.
Creo que vale la pena examinar el sentido de “culpa” que tenemos y si es algo que se puede convertir en un acto positivo, deberíamos de dejar de meditar en nuestra culpa y empezar a actuar y tomar responsabilidad. Si es algo por lo cual realmente no podemos hacer nada, tal vez deberíamos examinar si en realidad merecemos llevar esa carga de culpa. Creo que no deberíamos llevar cargas que no nos corresponden, especialmente si nos empiezan a limitar en otras áreas de nuestras vidas.
En la vida todos tenemos la “culpa” de algo, hemos ofendido a alguien, hemos fallado, hemos roto alguna promesa, no hemos cumplido con alguna meta que nos hemos propuesto. Nadie se libera de esa realidad humana. Pero, lo que sí debería ser resaltado es que en la vida lo que nos debería de caracterizar no es el sentido de que somos culpables por las circunstancias en las que estamos pero la esperanza de que las cosas pueden ser mejor.
En realidad eso es lo que hace a Jesús alguien especial porque aunque reconoce la culpa de cada uno, no nos deja allí, nos permite aceptar nuestras faltas y después el mismo toma la responsabilidad de arreglar las cosas y nos permite recibir la libertad de vivir libre de esa culpa para seguir sin estar atrapados por el pasado. Nosotros tenemos ese modelo para vivir con otros. Reconocer nuestras fallas y perdonar los errores de otros puede liberar a los que viven atrapados por la “culpa” y dar la libertad de corregir errores y realmente vivir.
De poco sirve decir, “lo siento” si en realidad no vas a dejar de hacer lo que ha causado un problema o ha lastimado a otra persona. En la vida cotidiana hay muchas cosas por las cuales sentimos culpa. Culpa por no hacer ejercicio, por no llamar a un amigo enfermo, por no tener la casa en orden, no sé, me imagino que para cada persona la lista es distinta pero sentimos culpa por algo. Pero, ¿qué es esa culpa? Es la señal, obviamente, que sabemos que las cosas pudieran y deberían ser de otra manera. Quedarnos estancados en la culpa nos roba esperanza.
Hay algunas cosas de las cuales sentimos culpables de los cuales en realidad no tenemos la culpa. Creo que es una señal de una relación abusiva cuando alguien nos hace sentir culpable por algo que en realidad es la responsabilidad de otro o que por lo menos nosotros no tuvimos nada que ver. Lastimosamente, las personas que nos pueden hacer sentir así son las personas que tenemos más cercanos. La culpa hay que examinarla.
Creo que vale la pena examinar el sentido de “culpa” que tenemos y si es algo que se puede convertir en un acto positivo, deberíamos de dejar de meditar en nuestra culpa y empezar a actuar y tomar responsabilidad. Si es algo por lo cual realmente no podemos hacer nada, tal vez deberíamos examinar si en realidad merecemos llevar esa carga de culpa. Creo que no deberíamos llevar cargas que no nos corresponden, especialmente si nos empiezan a limitar en otras áreas de nuestras vidas.
En la vida todos tenemos la “culpa” de algo, hemos ofendido a alguien, hemos fallado, hemos roto alguna promesa, no hemos cumplido con alguna meta que nos hemos propuesto. Nadie se libera de esa realidad humana. Pero, lo que sí debería ser resaltado es que en la vida lo que nos debería de caracterizar no es el sentido de que somos culpables por las circunstancias en las que estamos pero la esperanza de que las cosas pueden ser mejor.
En realidad eso es lo que hace a Jesús alguien especial porque aunque reconoce la culpa de cada uno, no nos deja allí, nos permite aceptar nuestras faltas y después el mismo toma la responsabilidad de arreglar las cosas y nos permite recibir la libertad de vivir libre de esa culpa para seguir sin estar atrapados por el pasado. Nosotros tenemos ese modelo para vivir con otros. Reconocer nuestras fallas y perdonar los errores de otros puede liberar a los que viven atrapados por la “culpa” y dar la libertad de corregir errores y realmente vivir.
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