Nosotros mismos somos nuestro peor enemigo. Nada puede destruir a la Humanidad, excepto la Humanidad misma.
Pierre Teilhard de Chardin
A veces no me entiendo. Y a veces me avergüenzo a mi mismo. Ya perdí la cuenta de las veces que he dicho “aquello no me gusta” y luego he tenido que regresar con el rabo entre las patas diciendo: -bueno, nunca lo había probado o no sabía lo que decía.
Sí, ya debería haber aprendido y morderme la lengua, o los dedos, cada vez que vaya a proferir maldiciones de algún tipo contra algo que apenas conozco. Pero no, ya ven, ¡ soy tan necio!
Y es que si alguien me hubiera preguntado hace un par de semanas mi opinión sobre “The Walking Dead” (el comic, no la serie) me hubiera partido de la risa y le hubiera dicho: “Me parece una absoluta perdidad de tiempo y una estupidez gastar las horas leyendo esa tontería, habiendo tantas cosas buenas por leer, ¿qué de bueno vas a sacar de ver unos cuantos “muertos vivientes” comerse la cabeza de alguien?” sí, todo eso habría dicho y apenas habría respirado.
Sin embargo por aquellas cosas de la vida empecé a hojear el primer tomo de la serie. Luego de algunas páginas estaba absolutamente enganchado y condenado a leer hasta el final. Y es que la historia es buena y los dibujos están bien logrados de modo que no hay escape.
Al final lo que más me sorprendió fue el fuerte mensaje que traían aquellas historias. Es cierto que alguien puede leerlas de largo y apenas darse cuenta que hay un mensaje allí. O gustar de los zombies por cierto gusto morboso por la sangre. Aun así nadie puede negar que, por lo menos esta colección de The Walking Dead, tiene un mensaje. No soy experto en materia zombie de modo que no puedo hablar por el resto. Y aclaro, por aquello de los espíritus susceptibles y las personas influenciables que no estoy recomendando la serie para nada, no digo léanla, o véanla, solo comento mi experiencia.
El autor, Robert Kirkman, en lugar de afanarse en mostrar el lado morboso y sangriento del asunto se enfoca la reacción del ser humano hacia la catástrofe y concluye, atinadamente, que el mayor peligro para el ser humano no son los zombies o las armas químicas sino el mismo ser humano y su maldad innata. Los personajes en su afan por sobrevivir se destruyen, lastiman y matan unos a otros.
Podemos hablar nosotros de eso cuando hemos visto como el propio “pueblo” aprovecha para destruir al “pueblo” en la primera oportunidad que se tenga. Podemos decirlo nosotros que hemos quedado boquiabiertos al ver como en Japón no se saqueó, ni hubo desorden en las calles, para nosotros un hecho inaudito. De modo que el mensaje de Kirkman: -El ser humano es peligroso y es capaz de autodestruirse por puro egoísmo.- Esta encriptado en esta rarísima y llamativa serie, no soy fan de los zombies, espero no serlo nunca, pero ayer escuchaba a Hannah hablar sobre el arte y como el arte puede “no gustarnos” pero transmitirnos un mensaje. El artista tiene algo que decir siempre. Bien, si tal es el caso solo quería anotar que el mensaje me ha llegado alto y claro. Y quería compartirlo aquí pues nunca pensé poder reflexionar en medio muertos caminantes y personajes de terror.
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