miércoles, octubre 12

Todos los animales son iguales pero...

Generalmente, se puede asegurar que no hay nada más terrible en la sociedad que el trato de las personas que se sienten con alguna superioridad sobre sus semejantes.
Mariano José de Larra


Vivir con un congestionamiento vehicular en medio de tu casa y el trabajo tiene sus desventajas y obviamente su par de ventajas. Durante este año nos ha tocado levantarnos a las cinco de la mañana, cruzar los dedos para que no haya demasiados vehículos y viajar de cuarenta minutos a media hora hasta nuestro destino. Al menos el amanecer es espectacular y compensa un poco. 

Llegamos con una hora de anticipación para Hannah y dos horas para mí. Pero es llevadero, se lee el periódico, se conversa, se escuchan las noticias, se juega, etc. Como sea solo quería contar eso como introducción. Todas las mañanas después de estacionar el auto vemos a unos quince gatos gordos que con paciencia esperan. La primera vez no teníamos ni la menor idea de cuál era su objetivo. Luego llegó una señora que religiosamente les lleva comida. Ha de ser en porciones abundantes pues los gatos están bien gordos y se ven saludables. 

Hannah y yo creamos cientos de historias sobre quien era la señora y porque alimentaba a los gatos. Algunas más creíbles que otras al final concluimos que solo un alma noble podría levantarse tan temprano a alimentar animales que no le pertenecían. ¡Ah la ingenuidad! 

Hace unos días mi hermana Eirene nos acompañó para ayudar a Hannah con un video. Como buena aficionada a la fotografía y a los gatos que es apenas vio a los felinos ya mencionados empezó a tomarle fotos. Por la esquina dobló el carro de la señora de los gatos, como la habíamos bautizado Hannah y yo, pensé que sería una señora amable derrochando tanto amor por las personas como por los gatos ¡Ah la inocencia! 

-¿Por qué están tomando fotos?- fue lo primero que dijo, ni buenos días, ni hola, -¿Por qué estan tomando fotos?- 

-Le tomamos a los gatos- respondí un poco en shock pues no esperaba una interacción tan agresiva. 

-¿De qué periódico son?- fue la siguiente pregunta con el mismo tono que supongo la policía ha de interpelar a los asesinos. 

-De ninguna señora solo...- empecé a responder pero no puede terminar. 

-Es que yo no puedo salir en ningún medio... bla bla bla... trabajo con una importante ONG... bla bla bla... yo cuido a estos gatos bla bla bla.... - y así una perorata infinita a la cual solo pude responder con una mueca que pretendía ser sonrisa. Eirene y yo nos miramos y regresamos al auto. 

La conclusión no necesita muchas vueltas. Vivimos en un mundo de cabeza donde las personas se sienten buena gente por darles comida a los gatos callejeros pero no dan ni los buenos días. Y es que a cómo andamos a todo el mundo le importa más ser "amistoso con el medio ambiente" que amistoso con las personas. Y es que así vamos, cada quien saque sus conclusiones. Habrá que revisar nuestras prioridades.

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