Hace poco empecé un proyecto nuevo. Soy maestra en una escuela nueva y hasta ahora ha sido una experiencia muy satisfactoria. Lo cierto es que empezar un trabajo nuevo, con un material desconocido, y a la vez estar estudiando para conseguir un Certificado de Maestro Internacional es bastante consumidor. Tanto que, una vez más, he descuidado el habito de plasmar mis pensamientos aquí. No porque no tenga nada que decir. Sencillamente creo que me cuesta adaptarme y soy un poco lenta para acostumbrarme a nuevos horarios y aprender cómo incluir todo lo que valoro dentro del tiempo que tengo disponible.
Al sentirme un tanto consumida por el trabajo al que estoy dedicándome ahora mismo, he reflexionado muchísimo en cuanto a las oportunidades que se pasan cuando uno decide tomar un camino en vez de otro. Lo cierto es que tomar una decisión y caminar en una dirección puede que abra más puertas de las que cierra pero, quizás no son las puertas que se hubieran abierto si te hubieras quedado en el camino que estabas.
Hace dos años decidí regresar a Panamá, esa no fue una decisión fácil. Todo lo que pensé que me iba a costar, efectivamente, me ha costado. No me acostumbro al tráfico, extraño mi circulo amplio de amigos o tal vez extraño a los amigos con círculos amplios, extraño el arte y la música, e irónicamente extraño poder ser participe en ayudar a personas con menos recursos.
Sin embargo, si no hubiera venido a Panamá no estaría viviendo esta
experiencia de trabajo y estudio tan bonita que estoy viviendo ahora
mismo. ¡Es mejor de lo que hubiera imaginado! Lo irónico es que muchas veces no me siento miembro de la comunidad o las comunidades en
las que me encuentro --será idea mía y es posible que lo sea-- pero, a
veces me cuesta identificarme con esta nueva vida que es mía. Es mejor de la que me imaginaba pero a la vez es difícil.
Lo curioso es que tal vez no soy la única que se siente así. Quizás una gran cantidad de las personas que están a mi alrededor se sienten igual que yo. No se identifican con las personas que les rodean y se sienten extraños en los lugares que deberían ser conocidos para ellos. Tal vez no soy la única. Y aunque fuera la única, tiene su lado bueno. El sentirse extraño te deja mucho espacio para reflexionar y buscar la razón por la que haces lo que haces. Creo que eso es bueno. Muchas veces hace falta la reflexión y por eso siempre regreso a este espacio. Esto es lo que me hace falta.
Genial tu blog. No, no eres la unica. Me encanta lo que hago y tampoco se que estoy haciendo. Es medio raro, pero a la vez inspirador.
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