Roberto Fontanarrosa
Ha de ser este clima futbolistico que se respira por todos lados lo que me lleva a escribir este post; Ya saben: clasificación al mundial sub-17, al sub 20, semifinales de la champion league, cuatro clasicos (Real Madrid vs Barcelona) en menos de un mes etc. Es el tema del momento, quien no pueda hablar de ello se vera relegado a alguna esquina a comentar de otras cosas de menor importancia como literatura, economía o los problemas socio-políticos que atraviesa nuestro país.
En fin, toda esta fiebre absurda, al menos desde mi punto de vista, ha invadido los medios de comunicación y las conversaciones en los pasillos, los buses y hasta las iglesias. Y vamos, no es que sea un viejo cascarrabias, claro que me gusta el fútbol, disfrutó igual que muchos de correr como loco detrás de un balón, disfruto de ver los juegos de la selección -esos más bien los sufro- y no tengo absolutamente nada en contra de que Juan de los palotes quiera apoyar al Madrid o al Barcelona, llorar por esas derrotas si le da la gana, o convulsionar de alegría si son victorias. En fin, que para gusto los colores y los equipos de fútbol.
Lo que realmente me pone mal y me saca de casillas (después de todo quizá sí sea un viejo cascarrabias) es ver como algunas personas, valiosas personas con talentos y habilidades, con ideas para brindar a la sociedad, con toda la capacidad del mundo para marcar una diferencia viven obsesionados por el asunto. Gritan a los cuatro vientos "Yo soy Culé" y no tienen ni la menor idea de lo que significa la palabrilla, que ni siquiera suena bien, o llenan sus estados de redes sociales con "Hala Madrid" sin saber, ni querer saber, que significa el famoso "Hala". Consumismo tonto pues, a eso me refiero.
El fútbol es un deporte bueno como cualquier otro siempre y cuando se mantenga en esa categoría de deporte y no se convierta en otra cosa más peligrosa como una obsesión o el centro de una vida. O al menos no perdamos las dimensiones de lo que significa ganar en un juego que no tiene nada que ver con la vida real.
Por ejemplo: Hace unos días la selección de Guatemala clasificó por primera vez a un mundial sub-20 (y de cualquier otra categoría) la fiesta fue como se esperaba y estoy de acuerdo que se celebre, vamos, no es una cosa que sucede todos los días. Sin embargo el enfoque que le dieron los medios y las personas fue desde mi punto de vista un poco absurdo exagerado. Llegaron a decir que aquel pirrico triunfo en una cancha de fútbol era un alivio para la golpeada sociedad de Guatemala. Que era un remanso de paz en medio de todo la violencia, etc. ¿Puede creerlo? sí, yo sé que lo creen. ¿Cómo vamos a decir que ganarle a once muchachos en una cancha de fútbol es brindarle un alivio al país? y es que las cosas en su lugar: como logro deportivo ¡Genial! me quito el sombrero y aplaudo de pie. Pero nada más, es como dijo aquel viejo barbon sobre la religión, aquello de que era el opio de los pueblos, viendo las evidencias podemos aplicarle eso al fútbol. Y Guatemala es solo un ejemplo, hay que ver como al panameño se le olvida el alza de pasaje y todo cada vez que se siente a ver un clásico.
En fin, ustedes no tienen la obligación de estar de acuerdo conmigo. Sin embargo estoy convencido de que si pusiéramos la misma pasión a mejorar Panamá, la misma pasión con que gritamos los goles de equipos que están a miles de kilómetros de distancia y probablemente nunca veamos en persona, si derramáramos las mismas lagrimas por las cosas que van mal y rabiáramos cada vez que vemos una injusticia de la misma forma que lo hacemos cuando el arbitro pita en contra; tendríamos un país diferente o al menos una vida diferente.
No esta mal ver fútbol, sentir pasión, seguir un equipo, lo malo es usarlo como opio y dejar de hacer lo que TENEMOS que hacer.
A peligro de parecer un ser extraño digo: No me gusta el fútbol. y en verdad, que no me guste es una distracción menos, puedo trabajar tranquilo mientras la gente al lado grite gol.
ResponderEliminarSaludos
Buen punto Ariel, como siempre el emocionalismo apoderandose de nosotros, y una vez que pasa el tiempo caemos a la realidad y asi el circulo vicioso, sin tomar en cuenta lo que de verdad TENEMOS que hacer.
ResponderEliminarRamon.