Ayer, cuando salí del trabajo ayer iba cruzando el parque y vi a un señor sentado en un banco con 8 o 10 palomas blancos, grises, y casi negros a su alrededor. No, no estaban a su alrededor, estaban sentados en sus piernas, en sus hombros, en sus manos, y el les daba de comer. Era como si el no se daba cuenta de lo que sucedía a su alrededor, estaba completamente absorbido en el momento. Me hizo sonreír.
Mas tarde, fui a un albergue para personas sin casa. Con unos amigos preparamos y servimos una cena fantástica de hamburguesas, hot-dogs, pollo, ensalada de papas, pasta, arroz, y postres de todo tipo. En realidad fue un acto muy generoso por parte de mis amigos.
Después, una de mis amigas se sentía frustrada con lo que habíamos hecho. "No los va a ayudar, eso no los va a ayudar salir de la trampa de pobreza y drogas. No pudimos tener conversaciones reales con ellos, fue tan superficial. En serio, no se si quizás estábamos gastando nuestro tiempo, energía, y dinero. Solo somos un grupo de jóvenes idealistas que piensan que sus buenas intenciones pueden ayudar a los demás." Por allí iba lo que ella estaba sintiendo.
Yo la escuche, y no dije nada. Me sentí --no se como decir esto-- mayor. Hace un par de anos, yo era ella, yo hubiera salido de ese evento con la misma frustración y las mismas criticas. Y por una parte yo me siento igual, pero es diferente ahora. Creo que veo estas cosas de otra manera. Es como el hombre sentado en la banca con las palomas, eso no se ve todos los días y me alegro el día.
Yo se que una buena comida no va a solucionar los problemas complicados de esas personas pero, se que estar presente con ellos los regala un poco de dignidad y a nosotros nos debería de llenar de gratitud por todo lo que tenemos. No es el idealizmo que cree que nosotros somos los que podemos resolver los problemas de los demás, pero es el reconocimiento que todos, al igual que nosotros, necesitamos que otros nos acompañen en el camino (aun cuando no somos compañía muy agradable).
Lo curioso es que hace poco tuvimos una fiesta en mi casa y en realidad todo era muy parecido a lo que hicimos ayer en el albergue solo que las personas invitadas eran amigos o amigos de amigos. Tengo que confesar que lo que sentía mi amiga ayer, yo sentía después de esa fiesta. Yo me preguntaba cual era el propósito de tener un evento así, sentía que las conversaciones eran superficiales, y no podía ver que era lo bueno de tener un evento así.
Creo que la respuesta es la misma en los dos casos. La vida esta para compartirla y no importa con quien, el sencillo acto de compartir juntos es valioso. Claro, creo que siempre deberíamos luchar por que nuestros actos y nuestras palabras sean para bien, pero lo bueno no siempre tiene medida exacta.
Mas tarde, fui a un albergue para personas sin casa. Con unos amigos preparamos y servimos una cena fantástica de hamburguesas, hot-dogs, pollo, ensalada de papas, pasta, arroz, y postres de todo tipo. En realidad fue un acto muy generoso por parte de mis amigos.
Después, una de mis amigas se sentía frustrada con lo que habíamos hecho. "No los va a ayudar, eso no los va a ayudar salir de la trampa de pobreza y drogas. No pudimos tener conversaciones reales con ellos, fue tan superficial. En serio, no se si quizás estábamos gastando nuestro tiempo, energía, y dinero. Solo somos un grupo de jóvenes idealistas que piensan que sus buenas intenciones pueden ayudar a los demás." Por allí iba lo que ella estaba sintiendo.
Yo la escuche, y no dije nada. Me sentí --no se como decir esto-- mayor. Hace un par de anos, yo era ella, yo hubiera salido de ese evento con la misma frustración y las mismas criticas. Y por una parte yo me siento igual, pero es diferente ahora. Creo que veo estas cosas de otra manera. Es como el hombre sentado en la banca con las palomas, eso no se ve todos los días y me alegro el día.
Yo se que una buena comida no va a solucionar los problemas complicados de esas personas pero, se que estar presente con ellos los regala un poco de dignidad y a nosotros nos debería de llenar de gratitud por todo lo que tenemos. No es el idealizmo que cree que nosotros somos los que podemos resolver los problemas de los demás, pero es el reconocimiento que todos, al igual que nosotros, necesitamos que otros nos acompañen en el camino (aun cuando no somos compañía muy agradable).
Lo curioso es que hace poco tuvimos una fiesta en mi casa y en realidad todo era muy parecido a lo que hicimos ayer en el albergue solo que las personas invitadas eran amigos o amigos de amigos. Tengo que confesar que lo que sentía mi amiga ayer, yo sentía después de esa fiesta. Yo me preguntaba cual era el propósito de tener un evento así, sentía que las conversaciones eran superficiales, y no podía ver que era lo bueno de tener un evento así.
Creo que la respuesta es la misma en los dos casos. La vida esta para compartirla y no importa con quien, el sencillo acto de compartir juntos es valioso. Claro, creo que siempre deberíamos luchar por que nuestros actos y nuestras palabras sean para bien, pero lo bueno no siempre tiene medida exacta.
Algunas veces, talvez muchas veces, tenemos que hacer lo que debemos y queremos hacer para mostrarles nuestro interés y nuestro amor a otros. Como cristianos cualquiera cosa que hacemos buscando el bien de los demás es una expresión del amor de Dios. La mayoría de esas ocasiones, nuestros actos no cambiarán las vidas de las personas. Eso ya no es trabajo nuestro. Pero quizás algún día, mas adelante en esta tierra o cuando estemos en la presencia del Señor tendremos la sorpresa de ver que alguno de nuestros pequeños actos pudo hacer una gran diferencia en alguien. Hay muchas personas que han hecho algo por mi, que ha significado mucho. Algunas de esas personas tuvieron un contacto muy breve y ahora no sé dónde están, no sé cómo comunicarme con ellas y talvez ya no estén en este mundo. El hecho de que ellas nunca lo supieran no significa que no hayan hecho nada por mi. ¡Adelante con tus actos de amor por los demás!
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