Esta obra, que es más bien una carta escrita por Wilde a quien fuera su amante por varios años, Alfred Douglas, empieza con una explicación de Wilde del porqué de la carta; pero a medida que avanza la obra, se van mezclando varios géneros: el narrativo, al expresar todo lo que sucedió antes de que fuera a la cárcel de Reading y el lírico-reflexivo, donde más que analizar su situación busca verla desde otro punto de vista, más humano y, si se quiere, espiritual.
Aquí no habla sólo de su situación particular, ya que reflexiona también acerca de la naturaleza humana y la complejidad de la historia de cada quien. Incluso llega a comparar la actividad artística con el hacer de Cristo en el mundo, pues llega a decir que "su misma vida es el más maravilloso de los poemas".
Sin embargo, fiel a la "rebeldía" que lo hizo dar rienda suelta a su tendencia homosexual y a llevar una vida "no apropiada" para alguien de su posición y prestigio, la interpretación que hace de la vida de Cristo es más bien personal, sin adscribirse a enseñanzas de una u otra religión. Llega incluso a compararlo con lo que para él era un bien supremo: la belleza.
Para Wilde, todo lo bueno es bello. Al parecer, estética y ética se mezclan. Pero la belleza no es sólo la aparente: al ir a la cárcel comprende que la belleza no es sólo aquello que da placer, sino aquello que da sentido a la vida y, aun en el dolor, hay una belleza escondida que cada quien debe aprender a descubrir. Esa belleza, no obstante, sólo puede descubrirla quien ha sufrido verdaderamente los golpes de la vida y ha comprendido que nada es eterno en esta vida: ni el prestigio, ni el dinero ni la posición social.
En este libro puede verse el gran crecimiento espiritual de Wilde, como persona y como artista. Aunque al principio resulte un poco difícil asociar al Wilde que idolatraba la belleza y el cinismo en Dorian Gray con el Wilde "casi místico" de De Profundis, al terminar la obra el lector puede quedar muy asombrado, especialmente si bailan en su mente alguna que otra frase "edificante". Pero si se revisa la historia de Wilde anterior a la cárcel y su tiempo en ella, no deja de impresionar el profundo valor que cobró para él su sufrimiento y el cual lo hace afirmar, ya sin dinero, posesiones, sin sus hijos y con muy pocos amigos a su lado, que únicamente puede alcanzar la humildad "aquel que lo ha perdido todo".
Por Isaura
Aquí no habla sólo de su situación particular, ya que reflexiona también acerca de la naturaleza humana y la complejidad de la historia de cada quien. Incluso llega a comparar la actividad artística con el hacer de Cristo en el mundo, pues llega a decir que "su misma vida es el más maravilloso de los poemas".
Sin embargo, fiel a la "rebeldía" que lo hizo dar rienda suelta a su tendencia homosexual y a llevar una vida "no apropiada" para alguien de su posición y prestigio, la interpretación que hace de la vida de Cristo es más bien personal, sin adscribirse a enseñanzas de una u otra religión. Llega incluso a compararlo con lo que para él era un bien supremo: la belleza.
Para Wilde, todo lo bueno es bello. Al parecer, estética y ética se mezclan. Pero la belleza no es sólo la aparente: al ir a la cárcel comprende que la belleza no es sólo aquello que da placer, sino aquello que da sentido a la vida y, aun en el dolor, hay una belleza escondida que cada quien debe aprender a descubrir. Esa belleza, no obstante, sólo puede descubrirla quien ha sufrido verdaderamente los golpes de la vida y ha comprendido que nada es eterno en esta vida: ni el prestigio, ni el dinero ni la posición social.
En este libro puede verse el gran crecimiento espiritual de Wilde, como persona y como artista. Aunque al principio resulte un poco difícil asociar al Wilde que idolatraba la belleza y el cinismo en Dorian Gray con el Wilde "casi místico" de De Profundis, al terminar la obra el lector puede quedar muy asombrado, especialmente si bailan en su mente alguna que otra frase "edificante". Pero si se revisa la historia de Wilde anterior a la cárcel y su tiempo en ella, no deja de impresionar el profundo valor que cobró para él su sufrimiento y el cual lo hace afirmar, ya sin dinero, posesiones, sin sus hijos y con muy pocos amigos a su lado, que únicamente puede alcanzar la humildad "aquel que lo ha perdido todo".
Por Isaura
Hola! Qué casualidad. Hoy justo he leído un artículo sobre el juicio contra Oscar Wilde, á raíz de una entrevista a su nieto, Merlin Holland.
ResponderEliminarSegún Holland, después de más de un siglo, aun no se le ha perdonado a Wilde su condición de homosexual. No sé si es cierto o si sólo se trata de una treta publicitaria a propósito de la publicación de su libro, en el que cuenta detalles inéditos del juicio que condenó a Wilde a la carcel y al exilio.
Por cierto, que estás invitado a pasarte por A pié de página, donde he publicado un post al respecto.
Saludos!