miércoles, noviembre 5

Por favor leer esto, muchas gracias.

No voy a tirarmelas de ser el niño modelo (de todas maneras nadie me lo creería) Tampoco quiero ser un quejoso viéndole quinta pata a todos los gatos que pasan. Estoy muy agradecido de estar vivo en el 2008 y disfrutar las ventajas que eso trae y conforme con sufrir las desventajas que vienen incluidas. Pero quiero señalar un punto. Hemos dejado de ser corteses y me incluyo porque creo que como todo los problema que nos afectan a los seres humanos, yo también tengo un poco de culpa.

¿Cuales son las palabritas mágicas? ¿Las recuerdas? Por favor y gracias. Pues al parecer la magia ha quedado obsoleta (quizás ha sido reemplazada por algún aparatito electrónico) Lo notas por todos lados, nadie da gracias (y sé que exagero) mucho menos por favor. Nos hemos vuelto tan egocéntricos que el mundo simplemente debe servirnos o quizás nos hemos acostumbrado de tal manera que nuestra vida se resuelva apretando un botón o dando un "click" que pensamos que las otras personas son también instrumentos para satisfacer nuestras necesidades.

Lo digo porque tengo por costumbre usar las dos "palabritas mágicas" y me he dado cuenta que cada vez resulta más extraño para las personas. Al ser atendido en una tienda por ejemplo, digo gracias y pido las cosas por favor. Algunos no saben como reaccionar (claro el gracias ha caído en tal desuso que ya nadie sabe responder cuando se utiliza) Otros sonríen cual si acabaran de ver un unicornio alado pasar justo en frente de ellos y te regresan un "De nada" un tanto empolvado de tanto estar guardado esperando una ocasión de ser utilizado.

Ya, no quiero seguirme quejando. Cada quien puede y debe hacer su análisis. Yo luchare por ser mas cortes, por sonreír más, por dar los buenos días al subirme al bus mientras todos dormitan, por dar las gracias al chofer, al dependiente, al profesor o a la mujer que me entrega el periódico. De todas maneras algo puedo hacer para mejorar este mundo.

Ariel

sábado, noviembre 1

Acerca de De Profundis

Esta obra, que es más bien una carta escrita por Wilde a quien fuera su amante por varios años, Alfred Douglas, empieza con una explicación de Wilde del porqué de la carta; pero a medida que avanza la obra, se van mezclando varios géneros: el narrativo, al expresar todo lo que sucedió antes de que fuera a la cárcel de Reading y el lírico-reflexivo, donde más que analizar su situación busca verla desde otro punto de vista, más humano y, si se quiere, espiritual.

Aquí no habla sólo de su situación particular, ya que reflexiona también acerca de la naturaleza humana y la complejidad de la historia de cada quien. Incluso llega a comparar la actividad artística con el hacer de Cristo en el mundo, pues llega a decir que "su misma vida es el más maravilloso de los poemas".

Sin embargo, fiel a la "rebeldía" que lo hizo dar rienda suelta a su tendencia homosexual y a llevar una vida "no apropiada" para alguien de su posición y prestigio, la interpretación que hace de la vida de Cristo es más bien personal, sin adscribirse a enseñanzas de una u otra religión. Llega incluso a compararlo con lo que para él era un bien supremo: la belleza.

Para Wilde, todo lo bueno es bello. Al parecer, estética y ética se mezclan. Pero la belleza no es sólo la aparente: al ir a la cárcel comprende que la belleza no es sólo aquello que da placer, sino aquello que da sentido a la vida y, aun en el dolor, hay una belleza escondida que cada quien debe aprender a descubrir. Esa belleza, no obstante, sólo puede descubrirla quien ha sufrido verdaderamente los golpes de la vida y ha comprendido que nada es eterno en esta vida: ni el prestigio, ni el dinero ni la posición social.

En este libro puede verse el gran crecimiento espiritual de Wilde, como persona y como artista. Aunque al principio resulte un poco difícil asociar al Wilde que idolatraba la belleza y el cinismo en Dorian Gray con el Wilde "casi místico" de De Profundis, al terminar la obra el lector puede quedar muy asombrado, especialmente si bailan en su mente alguna que otra frase "edificante". Pero si se revisa la historia de Wilde anterior a la cárcel y su tiempo en ella, no deja de impresionar el profundo valor que cobró para él su sufrimiento y el cual lo hace afirmar, ya sin dinero, posesiones, sin sus hijos y con muy pocos amigos a su lado, que únicamente puede alcanzar la humildad "aquel que lo ha perdido todo".

Por Isaura